Esta vez decidimos que íbamos a visitar lugares diferentes a los habituales.
El sábado fuimos a ver el Parque de El Capricho. Si visitáis el blog de mi hermana Guía de Jardín podréis leer acerca de la excursión, pues he escrito una colaboración en su blog como invitada, ya que ella escribe sobre plantas y jardinería.
El sábado fuimos a ver el Parque de El Capricho. Si visitáis el blog de mi hermana Guía de Jardín podréis leer acerca de la excursión, pues he escrito una colaboración en su blog como invitada, ya que ella escribe sobre plantas y jardinería.
Otro de los lugares que visitamos fue El Museo del Romanticismo. Yo había oído hablar de ambos sitios en la radio, como lugares preciosos pero poco conocidos de la capital, y desde luego, lo que vimos nos gustó bastante.
Sobre el Museo del Romanticismo, y tal y como se recoge en su propia página web:
"La inauguración del Museo tuvo lugar en el año 1924, con obras pertenecientes a su fundador, a las que se añadieron donaciones y depósitos de personalidades del momento. Con el transcurso de los años, la colección del Museo ha ido enriqueciéndose con todo tipo de adquisiciones, donaciones y depósitos, que logran completar la visión global que la institución quiere ofrecer a sus visitantes sobre el Romanticismo en España, enfatizándose así su condición de Casa-Museo.
El Museo Romántico cerró sus puertas en 2001 para acometer una reforma integral del edificio, que también incluye una reordenación de sus salas y del discurso expositivo. En 2009 se produce su reapertura, bajo la nueva denominación de Museo de Romanticismo, más acorde con sus contenidos".
En definitiva me pareció un lugar muy peculiar por su condición de Casa Museo, es decir, está ambientada tal y como sería una casa de una familia acomodada de la época, con sus dependencias habituales, y el mobiliario propio de cada una familia de la clase alta de la época, a juzgar por los muebles y utensilios de uso diario que se exhiben.
Algunas de las habitaciones que se pueden visitar son:
El comedor familiar
En el comedor está perfectamente preparado todo el servicio de mesa completo, incluyendo vajilla, cristalería y cubertería
El aseo con todo lo necesario en él. Yo fotografié este juego de frascos y vasos de cristal tallado, así como el cepillo que son todos de la época, aunque reconozco que lo que llamó mi atención fue el tapete de gasa finísima bordado que hay sobre la mesita.
El dormitorio de la señora, con todo su mobiliario, incluida esa cunita tan cuca con dosel junto a la cama.
El dormitorio del señor, con todo lo que él pudiera necesitar.
El despacho, en el que despachaba asuntos importantes.
Su calculadora, objeto curioso que es la tatarabuela de las calculadoras modernas.
La sala de juegos, eminentemente masculina con la gran mesa de billar.
Y no podía faltar el gran salón de baile en el que se recibían invitados y se celebraban fiestas. Como veis en las paredes cuelgan cuadros valiosísimos de pintores destacados de la época romántica.
Hay un detalle que me llamó poderosamente la atención y no podía dejar de mostraros. En aquella época el despacho era del señor de la casa. Las mujeres, solían dedicarse a quehaceres considerados más propios de su condición. Ellas debían dedicar mucho tiempo a coser, bordar y otras labores. Debe ser por ello que en esta casa había más de un costurero. A mí me parecieron obras de arte igualmente.
No me digáis que no son una preciosidad. Como veis algunos de ellos tenían paños a modo de labores a mitad de realizar, que aunque supongo que no son de la época, pues estarían más estropeadas, a mí me encantaron y por eso os las muestro.
Y aquí termina esta visita al Museo del Romanticismo, espero que os haya gustado. Gracias por acompañarme en esta excursión, os espero en la próxima.
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